domingo, 28 de septiembre de 2014

EL EMPODERAMIENTO DISCENTE

Alumnado, familias, compañeras y compañeros...

"Los niños y las niñas vienen EMPODERADOS de serie"

Estar empoderados supone creer ser capar de resolver un propósito con éxito y para ello hacer todo lo posible, se activan todas las Funciones Ejecutivas y, por consiguiente, se utilizan las inteligencias necesarias para ello.

Desde muy temprana edad, se siente con un gran poder para realizar todo tipo de tareas, desde dibujar con apenas 2 añitos o empezar a escribir de repente.

Sin embargo, los adultos con los que se relacionan, a pesar de decirles que dibujan o escriben muy bien, se les pregunta una y otra vez qué hay dibujado o escrito. Poco a poco, una y otra vez los vamos desempoderando. Con lo fácil que hubiera sido preguntarles por qué y admitir su capacidad desde una expectativa excesiva.

Entonces, ¿cómo podemos conseguir que el alumnado se empodere una y otra vez?

PRIMERO: evitar mensajes del tipo...

  1. ¿Qué has dibujado? No sé que es eso que has echo.
  2.  Ni lo intentes que no puedes.
  3. ¡Se hace así! ¡Así no es! 
  4. Borra eso que no está bien. Mira cuántas faltas.
  5. Etc.
SEGUNDO: sugerir y permitir respuestas variadas.

Cuando proponemos actividades en las que realizamos preguntas o indicamos que realicen un tarea en la que esperamos, deseamos y valoramos una respuesta única como válida, entonces contribuimos a desmpoderar, puesto que no todo el alumnado será capaz de realizarla con éxito.

Ejemplo de actividad para empoderar en la educación primaria:

En una evaluación de Ciencias Naturales.  Elige una de los temas que has estado trabajando durante estos días y realiza una producción de entre las que hemos aprendido para mostrar algunos de los conocimientos de dicho tema.

En una propuesta de actividad para el desarrollo de operaciones de cálculo. Elige un número cualquiera y combina cuantos quieras para conseguir el número elegido. Piensa dos o más números y realiza las relaciones que prefieras para obtener otros.

 TERCERO: permitir el error como estrategia de aprendizaje.


Debemos admitir que el alumnado viene a la Escuela a aprender y que aprender no es posible con pócimas o baritas mágicas. Que cuando un bebé de 12 meses dice mamá aba a nadie se le ocurre decir que hasta que no lo sepa decir con absoluta corrección no se la dará.



Al igual que el bebé está aprendiendo a hablar y admitimos su imperfección, debemos admitir la imperfección de quienes están aprendiendo e ir dejando que en cada intento tengan una nueva oportunidad de hacerlo correcto. Claro que para ello, nuestra intervención tiene que ser correcta. La comprensión del conjunto de los Principios de esta Pedagogía Discente nos hará hacer los correcto.



Ánimo docentes y discentes.